Todo el mundo sabe que caminar es una de las actividades mas saludables para el cuerpo y para la mente, pero no es tan conocida la importancia de caminar cuando se trata de enfrentar un estado depresivo.
Cuando se camina, al cerebro le resulta muy difícil obsesionarse con un pensamiento sin desviar la atención. Mantener una preocupación a la vez que se camina, exige un sobreesfuerzo de atención al cerebro, que tiene que ignorar los muchos estímulos que recibe del entorno y del propio cuerpo. Al moverse, la confusión enquistada de la depresión se ve sacudida, se rompe el bloqueo y no se facilita al pensamiento negativo para que campee por sus anchas. Es en la inactividad donde la depresión se retroalimenta y coge fuerza.
Todo ejercicio físico es un antidepresivo natural, pero pocos esfuerzos físicos se pueden mantener durante horas si es necesario. En cambio se puede dedicar a caminar todo el tiempo diario que se quiera, si no se sufren lesiones o minusvalías de consideración.
Cuando caminamos permitimos que una tendencia instintiva y continua a salir de nuestro pequeño yo encuentre su paso abierto. Caminar no solo libera, también recarga las baterías energéticas del cuerpo. Facilita los procesos digestivos, con lo que se consigue vivir con mas ligereza. También tiende a regular la presencia de un buen ritmo del sueño, que es de gran importancia para salir del estrés invisible de la depresión.
La práctica de caminar es sencilla, intuitiva y liberadora, pero para impedir que se convierta en una rutina se deben cuidar algunos aspectos.
Cuando se trata de caminar para liberarse de la tensión y el estrés hay que evitar ponerse obligaciones rígidas para después de caminar. Se debería desconectar el teléfono móvil, y dejar las cosas pendientes de pensar para otros momentos. Coger una buena actitud al comienzo del camino marcará en buena medida todo el trayecto. Se debe empezar a andar con la mente abierta, dispuesta a sorprenderse con cualquier detalle que hasta ahora nos ha pasado inadvertido. Aunque el recorrido sea el mismo de cada día, nada está asegurado, y nada permanece estático.
Se puede aprovechar una buena caminata en cualquier escenario, pero si se puede elegir es mejor optar por un recorrido por parajes con la mayor naturaleza posible. El contacto con la naturaleza es muy reparador, y está lleno de la armonía natural en la que también deberían vibrar nuestros cuerpos.
Al caminar la atención se puede dirigir con mucha facilidad hacia el entorno donde nos movemos, y eso facilita que el dialogo interno se relaje y pierda su exceso de concreción. Cuando se padece depresión, se necesita relajar la estrechez emocional y los pensamientos obsesivos que asfixian la mente y bloquean el amor del corazón.